domingo, noviembre 28, 2010

NO LO OLVIDES...

Los tres deseos
Antonio Jarabo Velayos
¿Qué harían si por avatares del destino una lámpara mágica cayera en sus manos? Tendrían tres deseos a su disposición, una tentación difícil de superar hoy en día... Unos pedirían, a buen seguro, cientos de riquezas, joyas y propiedades por doquier. También habría algún que otro ambicioso que querría disfrutar de fama y poder. Otros irían más allá y apostarían por tener salud, bienestar o incluso ser inmortales. Más de uno, daría rienda suelta a sus fantasías y pecaría de lujuria y desenfreno. En definitiva, todos buscarían la alegría y la felicidad optando por uno u otro camino. Si se decantaran por alguna de estas opciones, todos ustedes serían unos auténticos egoístas porque así es como somos los seres humanos y eso no cambiará jamás. Yo estuve en esa situación y se me concedieron tres deseos a cada cual más especial...

Primero, desee conocer a la chica más preciosa del mundo y así pasó hace seis meses cuando de improviso una melena rubia colapso mis sentidos. Segundo, desee probar un poco de esa materia de los sueños con la que estaba hecha y gracias a ello pude acariciar el cielo con los dedos. Y tercero, desee que ella fuera feliz a toda costa, y eso supuso que se alejara de mi lado… Quizás sea un romántico empedernido o quizás sea tan tonto y generoso que no parezca humano, pero lo que tengo claro es que cuando quieres a alguien como yo la quiero a ella, eres capaz de renunciar al dinero, a la gloria, a la vida o al placer sin pensártelo dos veces. Y es que para mí, ella y yo somos un sólo corazón en dos cuerpos distintos. Lo más seguro es que nunca estemos juntos, pero les prometo que si pudiera volver atrás en una maquina del tiempo, mis tres deseos serían el mismo: que sea feliz para siempre…

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viernes, noviembre 12, 2010

HACIENDO EL TONTO

Últimamente
Antonio Jarabo Velayos

Últimamente, me apetece hacer cosas que antes jamás me hubiera planteado. Quizás me están cambiando los gustos, o el carácter, pero de lo que estoy seguro es de que no estoy madurando porque ahora me rondan por mi cabeza montañas enteras de ideas sinsentido, extravagancias y necedades de todo tipo. Me he convertido en todo un maestro de las sandeces. He retrocedido más de diez años en mi cordura y no sé dónde amarrar el ancla para no perder aún más el rumbo. Se me ocurren locuras de lo más variopintas y mi demencia no parece tener límite. Pero lo peor es la sensación de desenfreno que me martillea el cerebro como un metrónomo en un tempo más que presto. Es como una especie de sobresalto interno que me obliga a llevar a cabo todas las maquiavélicas chifladuras que surgen en mi psique. Y en este proceso, en el que me siento imantado a la mente truculenta de Allan Poe, noto que cada segundo que pasa pertenezco más a un mundo alternativo en el que sólo te dejan pasar con billete de ida, pero no de vuelta. Es una realidad multicolor y amorfa, donde reina el caos y el desorden y en la que se convive con vecinos tan ilustres como Norman Bates, Don Quijote de la Mancha o el Sombrerero Loco.

Empecé con pequeños síntomas sin importancia como un intermitente tic en mi rostro que me provocaba sonreír como un quinceañero cada vez que ella se contoneaba por las tarimas de los mejores clubes. Pero la cosa fue creciendo en intensidad hasta el punto de que llegué a asustarme. Después adquirí un inhóspito interés por pisar todos los charcos que se formaban en las aceras después de una noche de tormenta, con el único fin de arrancarle una leve sonrisa de su semblante etrusco y pensativo. Continué con unas incesantes cosquillas en el estomago que burbujeaban como lo hace la gaseosa cuando se libera de su cárcel embotellada. Y posteriormente, también fui presa de fuertes ataques de paranoias, esquizofrenias y enajenaciones, o lo que es lo mismo, de series indisciplinadas de celos obsesivos que me provocaban una angustia freudiana propia de las pesadillas de aquel niño travieso que no sabe como presentarle sus pésimas notas al padre. El siguiente paso es en el que me encuentro actualmente. Hoy en día me ha dado por hacerla regalos sin parar. Y encima la he regalado lo más valioso que tenía en mi haber. Le obsequiado con una barita mágica que tiene el inmenso poder de conceder todos los deseos a quien la tiene entre sus manos.

Así, hipnotizado por este artefacto místico, me he propuesto cumplir todas sus ilusiones y hacer realidad todos sus sueños. Por eso, hago estupideces como tumbarme sobre la hierba e imaginarme el futuro en blanco y negro, andar marcha atrás mientras contemplo su sombra junto a la mía o hacer el pino como un saltimbanqui cuando siento que su mirada me está examinando. Señoras y señores, al igual que le sucedió al Doctor Jekyll con Myster Hyde, padezco una terrible enfermedad fruto de la automedicación. He tomado con mis propias manos y bajo mi responsabilidad un elixir experimental y efímero que contamina cada uno de los órganos de su huésped como si se tratará de una plaga de langostas. Es un brebaje imposible de contener y que se mete dentro de los huesos, circula por las arterias y acelera el ritmo cardiaco. Una pócima con forma de infusión que te infla los pulmones, te abre los poros de la piel y provoca que se te duerman los dedos de los pies. Un mejunje que te ruboriza los hoyuelos, te entrecorta la voz y te agujerea el cerebro. No sé si este líquido tiene un origen celestial o infernal, pero lo que tengo claro es que nada vuelve a ser igual una vez que una gota de esta esencia se cuela entre tus sentidos. Hasta la fecha de hoy, aún no he dado con la cura y, sinceramente, me da igual porque nunca he sido tan feliz como lo soy ahora cuando me paso las horas muertas haciendo el tonto con ella...

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jueves, noviembre 11, 2010

GIRANDO EN SENTIDO CONTRARIO

Menos es más...
Antonio Jarabo Velayos
Hay historias que cuando te las cuentan dices para tus adentros: Esto es genial, esto merece la pena ser contado. Este es el caso del relato que a continuación me dispongo a servirles en bandeja de plata para el disfrute sus mercedes. Esta historia es como un cuento, porque realmente, parece una fábula sacada de la imaginación de algún juglar conjugado en el siglo de oro español. Esta es la realidad de Evaristo, un trabajador social de avanzada edad que lleva una curiosa doble vida. Pero en este sueño sacado de las frías calles abulenses, el protagonista no es el hombre, sino más bien su fiel escudero, su amigo más incondicional: el perro. Evaristo es un hombre culto y preocupado por la actualidad, que solidariza su tiempo con los más necesitados, pero que también es capaz de entregarse en cuerpo y alma por ayudar a su mejor socio haciendo cosas que perfectamente podrían colmar párrafos y párrafos de una obra de Charles Dickens.

Puede dar la impresión de que conozco a Evaristo desde que era un infante, pero nada más lejos de la realidad. Nuestra relación se remonta a tan sólo unas pocas semanas. Como no podía ser de otro modo, conocí a Evaristo enfrascado en una labor que le quita nada más y nada menos que 6 horas diarias y que ya le ha costado más de un resfriado. Evaristo es dueño de un bonito espécimen de Bobtail, un cánido de gran tamaño, con gesto bonachón y con un cuerpo algo rechoncho que recuerda a un enorme peluche relleno de algodón. Cuando los ves juntos, sabes que llevan juntos toda la vida: sus pasos se acompasan como por arte de magia y hasta me atrevería a decir que sus propios alientos llevan el mismo ritmo. Es reconfortante vislumbrar como dos seres tan distintos pueden ser tan parecidos y a la vez mostrar esa complicidad por cada calle, paseo, avenida o plazoleta de la ciudad amurallada. Y cuando digo que llevan toda la vida juntos es porque así es. ‘El viejito’, como suele llamarle Evaristo entre bromas, es un servil y sagaz sabueso de 14 años de edad naturales, o lo que es lo mismo, algo así como 88 años en el recuento perruno.

Este olfateador nato se conoce a la perfección cada una de las baldosas y adoquines que presiden nuestra urbe, puede localizar toda clase de olores desde distancias insospechadas, pasando desde la suntuosa fragancia de los pucheros que se sirven en el centro de la ciudad hasta el hedor que rodea a los puntos más descuidados de la senda del río o la esencia de historia y vida que se palpa en los raíles oxidados de los viejos ferrocarriles de la estación. Es capaz de conocer cada centímetro de esta capital e incluso me anticipo a decirles que es probable que no haya una sola esquina de esta selva de asfalto en la que no haya dejado su marca. Y es que desde hace más de 3 años, Evaristo dedica, como les digo, 6 horas de su vida a hacer ejercicio con su perro. Nada más y nada menos que 6 horas, el triple de tiempo que ocupa la jornada laboral de un funcionario. Durante este periodo, pasito a pasito, lentos, pero con buena letra, como con miedo a hacer más ruido del debido y despertar a los tertulianos más cotillas, Evaristo y su mascota se recorren todos los bulevares de esta tortuosa localidad. Me parece admirable que Evaristo ceda estos 360 minutos a la ya casi artesanal labor de sacar a pasear a su querido animal por los escondites de esta ciudad medieval y para más ‘inri’ me parece todo un milagro que lo haga con una sonrisa propia de un maestro de ceremonias que acaba de recibir el aplauso de su público.

El motivo de este desempeño tan esclavizante no es otro que la felicidad de ‘El viejito’. Evaristo sólo piensa en que los últimos años de vida de su mascota sean los mejores y no duda en invertir su tiempo en caminar sin rumbo con tal de que su salud se merme lo menos posible. Entre los perros, como también sucede entre los seres humanos, es bueno andar, pero en el caso de los ancianos como este Bobtail, es fundamental desengrasar los tendones y desoxidar los músculos todo lo posible porque sino el desenlace final se hace más cercano. Cada vereda que cruzan, cada peldaño que rodean y cada travesía que superan es un triunfo más. Él mencionado protagonista, parece cansado, fatigado, pero feliz. Cada movimiento que acomete parece ser muy doloroso para su maltrecha artrosis. En ciertos momentos, parece que estuviera caminando a cámara lenta mientras pisa cristales rotos y le crujen sus huesos. Y aún así, da la sensación de tener el espíritu de un cachorro recién nacido. Cuando Evaristo me cuenta todo el tiempo que le regala a su perro y todo lo que ha sido capaz de abandonar por él, me doy cuenta de que a este mundo y a la humanidad que lo explota aún les queda una esperanza para salvarse. Aún no está todo perdido, aún no se han extinguido las buenas personas que son capaces de hacer cualquier cosa por amor y por lealtad. Es como una gymkhana de sentimientos por la que Evaristo y su camarada pasan día tras día, haga frío o calor, sea por la mañana o por la noche o sea fiesta de guardar.

Esta es una historia sencilla, nada heroica y quizás más común de lo que parece, pero es una historia de las que conmueven, te hacen reflexionar y te revelan que en la vida menos es más, que querer es poder y que hay gestos minúsculos que son suficientes como para hacer girar el mundo en el sentido contrario a las agujas del reloj. Como me dice Evaristo desaforadamente: La vida tiene caminos de ida y de vuelta, pero todos llevan al mismo lugar. Lo importante no es llegar tarde o temprano, lo importante es no llegar sólo. Gracias Evaristo por abrirme los ojos…

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martes, noviembre 09, 2010

PREGUNTAS

Por qué...
Antonio Jarabo Velayos
Por qué sigo escribiéndote después de todos los desprecios que hemos resistido…
Simplemente, porque está es la única forma de mantener viva la esperanza, los sueños y los deseos. Éste es el único modo de seguir sintiéndome cerca de tus fantasías.

Por qué sigo escribiéndote cuando ya no te interesas por lo que tenga que decirte…
Simplemente, porque con cada letra que junto, cada sentimiento que empeño y cada sinestesia que ideo parece que por un instante todo sigue siendo como antaño.

Porqué sigo escribiéndote sobre este papel mojado en el que la tinta se emborrona…
Simplemente, porque no me atrevo a aceptar la verdad de que todo lo que hemos pasado juntos ha sido irreal y que he muerto en vida embelesado por tus cantos de sirena.

Por qué sigo escribiéndote con la esperanza de recuperarte si cada día estás más lejos…
Simplemente, porque éste es el camino que he escogido para ignorar esas palabras con doble filo que por un lado abren mis heridas y por otro desgarran mis ilusiones.

Por qué sigo escribiéndote a pesar de no he pasado ninguna noche entre tus sábanas…
Simplemente, porque he descubierto que sólo sé escribir desde el desamor, la desgracia y el desdén. Por que sólo con este dolor puedo bloquear mis desconfianzas y mis sinsabores.

Por qué sigo escribiéndote si ya soy consciente de que nuestra historia es imposible…
Simplemente, porque con el crepitar de las teclas que pulso desesperadamente logró desconectar de aquel momento en el que me fallaste y firmaste este punto final.

Por qué sigo escribiéndote como buen amante mientras dormitas sin remordimientos…
Simplemente, porque nunca he necesitado ninguna excusa para ello. Porque me gusta pensar que en el mundo alternativo de los escribanos tú siempre serás mi musa.
Simplemente, porque ya me he acostumbrado a ser un infeliz...

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LA GENÉTICA DE TUS BESOS

Tus besos...
Antonio Jarabo Velayos
Tus besos son como una alfombra de bienvenida, de esas que presiden las entradas, te invitan a pasar, tomar asiento, poner los pies sobre la mesa y te hacen sentir como si estuvieras en tu propia casa…

Tus besos son como una alfombra roja por la que desfilan bajo una nube de flashes y envidias las estrellas de aquellas películas rodadas en blanco y negro y que ahora vislumbro a todo color…

Tus besos son como una alfombra de baño sobre la que depositas todo el peso de tus sueños porque sabes que con ella pendiente de tus resbalones no hay más peligro que el de deslizarte por sus curvas…

Tus besos son como una alfombra mágica repleta de poderes que me transportan en cuestión de segundos escondites salvajes, desérticos y sin explorar, que me avocan sin remedio a la lujuria y el desenfreno…

Tus besos son como una alfombra de diseño, llena de colores, texturas y trazados que con suerte sólo me marean, pero que habitualmente me recuerdan a la quiromancia de nuestras manos engarzadas…

Tus besos son como una alfombra mozárabe, de esas que son tan suaves y cálidas que cualquier candidato a ser asesinado escogería para ocultar su propio cadáver y así vivir su último aliento cerca del paraíso…

Tus besos son como una alfombra voladora que no entiende de visados y pasaportes y que sólo piensa en cruzar los confines del mundo con tal de planear entre tus cabellos y aterrizar en tus huesos…

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