martes, junio 02, 2009

A PARTIR DE AHORA…

Carta a Manuel Pellegrini

Antonio Jarabo Velayos


A partir de ahora, su vida ya no va a ser la misma, señor Pellegrini. Toda cambiará, pero no sabemos si será un cambio positivo o no. Lo que está claro es que a partir de ahora será reconocido en todos los ámbitos deportivos como el hombre del madridismo, el Antipep o, como diría un tal Mourinho, por el segundo plato de Florentino. Ésta es la cruda realidad con la que le va a tocar convivir en su estancia en el blanquillo de Concha Espina.

Ya no le van a preguntar por conceptos tácticos como si su equipo va a alinearse con dos mediapuntas o con un uno, si va introducir un doble pivote o si va a aprovechar las bandas con un par de carrileros. A partir de ahora, las cuestiones serán del orden de las siguientes: ¿van a fichar a Cristiano Ronaldo?, ¿qué le parece Villa?, ¿quiere galácticos o pavones? ¿Raúl está para jugar en el Madrid?, ¿por qué Guti no está entre los titulares?, ¿dónde están los canteranos?... O, en el peor de los casos, se meterán dentro de su cama y hablarán de si va a marear la perdiz aquí o allí...

Sin duda, señor Pellegrini, a partir de ahora, le tocará lidiar con un intenso ejercicio de paciencia. Sólo unos pocos elegidos saben salir bien airosos de esta maraña de flashes, cláusulas y juicios extradeportivos. Así que, prepárese para vivir unos cuantos meses, y quizás años, llenos de presión mediática y surrealismo puro y duro.

Será un particular partido de frontón en el que tendrá que manejar al mundo de la prensa con mano dura si no quiere se le suban a las barbas. Sólo existen dos posibles resultados finales: llevar al Madrid a la gloria y escribir su nombre con letras de oro en la historia de los merengues o tropezar a las primeras de cambio y que las campanas del Estadio Santiago Bernabéu toquen a muerto.

Así de sencillas son las cosas en el gran coliseo de los vikingos. Recuerde también que tendrá que hacer un encaje de bolillos para colocar en el campo a unos cuantos balones de oro, sin descuidar, claro está, que los que participen realicen un fútbol propio de los ángeles. Pero no se alarme, tendrá millones de euros a su disposición por si hay que hacer algún remiendo en el mercado invernal y contará con un número infinito de aficionados y curiosos que le dirán constantemente cómo debe hacer su trabajo.

Parece, por tanto, una tarea fácil. Puede ser, pero no sé acomode mucho en su nuevo trono, porque aunque un día se encuentre en el Olimpo de los dioses rodeado de relucientes títulos y agasajado con todo tipo de honores y alabanzas, cualquier día perderá su tirón, o su glamour, y entonces no se extrañe de que un día se encuentre con sus maletas en las puertas de Valdebebas.

A partir de ahora, permítame que le de un consejo: déjese la prudencia en la Comunidad Valenciana y entrene en Madrid como si cada día fuera el último en la capital, ya que nunca se sabe cuando hará falta una cabeza de turco. Disfrute al máximo de esta gran experiencia y de su extenso sueldo porque, sin duda, se lo merece. Y, sobre todo, si le dejan un pequeño margen de maniobra, devuelva el buen fútbol y el señorío a un club que no hace mucho tiempo fue catalogado como el mejor equipo del mundo.

Bienvenido al circo del fútbol, señor Pellegrini.

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