miércoles, marzo 26, 2008

CRÓNICA DEPORTIVA

‘Los Autos Locos’

Antonio Jarabo Velayos

Una temporada más los bólidos han vuelto a rugir y el olor a queroseno ha inundado los hogares de todos los amantes del motor y la velocidad. Hablamos del espectáculo de la Fórmula 1, la máxima expresión del automovilismo, que ha hecho escena en nuestros corazones por enésima vez. Como ya es tradición, el circuito de Melbourne ha sido la primera parada de este turbulento viaje hacia la gloria. Había expectación por ver cómo arrancarían y rendirían las numerosas joyas de la ingeniería mecánica y se esperaba una guerra de nervios y rivalidad debido a los cambios de cromos de las escuderías con respecto al pasado Mundial. Sin embargo, la carrera superó cualquier expectativa, ya que sólo siete coches llegaron hasta la línea de meta. El motivo de ello fue que las altas temperaturas del asfalto (unos 50º en pista) sacaron a relucir los problemas de fiabilidad de casi todas las marcas, lo que se tradujo en un carrusel de abandonos que rozaron cifras casi históricas (hasta 14 coches quedaron fuera de combate). A esto, hay que sumar que la agresividad de los conductores sigue intacta después de este parón invernal. Un circunstancia que se agradece por el bien del espectáculo.

Pero lo más sorprendente es que entre los vencedores de este arranque no están los Ferrari de Kimi Raikkonen y Felipe Massa (grandes favoritos de esta campaña) y sí el Renault de Fernando Alonso, que logró un valioso cuarto puesto que superó las previsiones de los más optimistas después de los problemas digeridos en la jornada de calificación. Pero, a pesar de este gran resultado, ayer se hizo más que evidente que el R28 de Fernando Alonso necesita una fuerte dosis de inyección para alcanzar una velocidad punta que sea competitiva con los McLaren, Ferrari y compañía. Una mejora que, desde luego, no precisa el coche Lewis Hamilton, que sale de Australia como primer líder del Mundial después de dominar de principio a fin la prueba. Asimismo, tampoco puede quejarse de sus vehículos el resto del podium en el que Nick Heidfield y Nico Rosberg rompieron todos los pronósticos y se colaron en el ‘hall de la fama’.

Con todo esto, lo que no se le escapa a nadie es que el mejor conductor de la actual parilla, Fernando Alonso, tiene por delante todo un reto, nada más y nada menos que competir contra los todopoderosos ‘cohetes’ de Ron Dennis y Jean Todt con una simple ‘bicicleta de pedales’. Ya en este primer duelo, Alonso ha sufrido lo indecible hasta el punto de que era incapaz de adelantar a los Williams, aún con menos carga de combustible que ellos. No obstante, a pesar de la odisea que vivió el asturiano a lomos de su monoplaza, hay que destacar que el Bicampeón del Mundo supo sacar pecho en los peores momentos y demostró que tiene muchas cosas que decir en este Mundial. Pero siempre siendo prudente porque, aunque Alonso ha obtenido un más que meritorio cuarto puesto, también es cierto que se ha visto beneficiado por la suerte del campeón y los problemas de sus rivales hasta en cuatro ocasiones, lo que significa que, por un lado, la mecánica va a seguir siendo un punto crucial en el desarrollo de las carreras y que, por otro lado, el pilotaje de Alonso está guiado por un ángel de la guardia que le ayuda a ‘sacar petróleo’ de donde nadie espera.

En resumidas cuentas, hay que decir que estamos ante un Mundial que no podía haber empezado de mejor forma y que nos hace pensar que tenemos por delante una auténtica montaña rusa en la que todos pueden ser protagonistas gracias a los llamados ‘autos locos’. Es decir, que estamos ante los inicios de un campeonato que se presenta emocionante, a la vez que inquietante, aunque la hegemonía de Hamilton parece clara, por el momento. Veremos qué tienen que decir en las sucesivas citas Raikkonen y Alonso, dos leones enjaulados que siguen muy de cerca la matricula y las evoluciones del británico. Mucha suerte, Fernando, y qué gane el mejor.

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CRÍTICA DE CINE

Puro Coen

Antonio Jarabo Velayos

La última propuesta de los hermanos Coen recupera para la gran pantalla un género que ya no sólo define al celuloide, sino también una forma de entender la vida. Se trata del western o cine del lejano oeste en el que la justicia balística es la única ley que impera en esta polvorienta tierra. Y es que en este film el contexto paisajístico sirve como principal nexo de unión entre cada escena y baña a toda la película de una atmósfera romántica y de liberación. O lo que es lo mismo, es un cine de caza humana, que secuestra el interés del espectador durante casi dos horas bajo la atenta mirada del horizonte como si se tratara de un espectador más.

Por su historia, se puede decir que es una obra de gran impacto, mortífera, oscura, misteriosa, contemporánea e inolvidable, pero a la vez muy desconcertante, ya que genera muchas dudas entre el público. En consecuencia, se crea en ella una atmósfera llena de tensión, que atrapa y mantiene en vilo al espectador, sobre todo, en aquellas escenas de persecución en las que un gran Javier Bardem se convierte, por unos instantes, en nuestro enemigo número uno. El arranque es esplendido, también es muy bueno el ritmo y el tiempo del relato, así como su hipnótica fotografía, lo que hace más sugestiva y entretenida la historia.

Igualmente, es admirable cómo se muestra de forma concisa lo que hace cada personaje. En este sentido, son muy buenas las descripciones de esas actuaciones con multitud de planos al detalle que otorgan mucha importancia a todo tipo de gestos, objetos o acciones, como sucede, por ejemplo, en el momento en que Bardem se cura sus heridas después su primer duelo con Brolin. Por otra parte, la ausencia de diálogos en muchos tramos de la película (sólo se ve lo que hacen los personajes y no lo que piensan) provoca la sensación de que la cámara es alguien más, un testigo de lo que sucede, pero que no conoce toda la realidad de los hechos. Así, cada persona puede concebir su propia idea a partir de lo que ve y disfrutar de la película en función de su forma de ser.

Lo mejor de todo son las interpretaciones como la de Josh Brolin que cierra un año espectacular haciendo un papelazo genial como protagonista: un tipo duro y cínico, pero con motivaciones muy humanas. También destaca la gran actuación de Bardem, que borda su rol de asesino a sueldo. Sin embargo, Tommy Lee Jones tiene una sobria actuación muy por debajo de los magistrales Brolin y Bardem, lo que disminuye la excelencia de la obra. No obstante, lo peor es la frialdad del conjunto y la orquestación desdibujada de las tres historias que componen el thriller. Asimismo, es muy desesperante el suspense que atesora su mensaje. Una circunstancia que puede no agradar a todo el mundo. Esto sucede, por ejemplo, con el final, que deja a la gente con ganas de más acción, ya que se espera algo más impactante para terminar la historia y no tanto el uso de la elipsis y la divagación.

De esta manera, “No es país para viejos” continúa con la estela de los trabajos realizados anteriormente por los directores americanos en los que la crueldad, la tragedia y la sangre tiñen su narrativa. En este sentido, se puede hablar ya de un subgénero clásico de estos autores en el que destacan como rasgos principales el discurso hiperviolento y quirúrgico y el ambiente tenebrosamente sociológico que hace ‘comerse la cabeza’ al auditorio. Por esta razón, esta obra recuerda a otros títulos de relumbrón de los ‘esquizofrénicos’ hermanos como “Sangre fácil”, “Fargo” y “Muerte entre las flores”, un hecho que encumbra aún más este proyecto.

En definitiva, decir que “No es país para viejos” es el film soñado por cualquier escritor de altura, en el que la intensidad fílmica es arrolladora. Buena culpa de ello, lo tiene una dirección que no sólo es buena, sino brillante. Es decir, según mi juicio, estamos ante una película, sin dudas, merecedora de hacer bulto en los anales del mejor cine estadounidense de la época. Por este motivo, todo el mundo que desee ir al cine a descubrir y vivir entre palomita y palomita una ficción que le marque y no le deje indiferente, no puede perderse este ‘peliculón’ al que sin duda le auguramos un gran éxito de taquilla.

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martes, marzo 11, 2008

COLUMNA OPINIÓN: ELECCIONES GENERALES

‘Jaque Mate’

Las Elecciones Generales se han visto marcadas por la gran división que existe entre la España de la gaviota y la de la rosa.
Antonio Jarabo Velayos

En esta cita con el sufragio, los resultados han dejado entrever la gran influencia que sufrimos los españoles por el juego del ajedrez, ya que el bipartidismo ha marcado evidentemente el devenir de las Elecciones Generales como si el futuro de un país tan sólo pudiera ser rojo o azul, como si unos fueran muy buenos y los otros muy malos o como si nuestro corazón sólo pudiera palpitar a favor de la izquierda o de la derecha. En este sentido, las recientes elecciones han tenido un claro e indiscutible estratega. Se trata del Partido Socialista que ha sabido aunar bajo su mando a todos aquellos ‘peones’ que se mostraban dubitativos a la hora de ver el vaso medio lleno o medio vacío. Y es que, por primera vez en doce años, la izquierda ha permanecido claramente unida de cara a la siempre delicada decisión de acudir a las urnas. Con estos ingredientes, Zapatero se ha ganado el respeto del auditorio nacional y ha logrado una victoria sin paliativos que confirma, como era de esperar, que la oposición sigue teniendo una imagen muy lejana respecto al pueblo llano.

De esta manera, Zapatero, con De la Vega y Blanco, como alfiles, y Rubalcaba y Solbes, como torres, ha superado con creces a Rajoy, Acebes y al resto de sus gregarios en una batalla que los populares ya tenían perdida desde hace cuatro años cuando el anterior Presidente del Gobierno les dejo en herencia un país resentido y crítico con su gestión. Afortunadamente, para que continúe la pluralidad democrática, lo que ha quedado claro con este plebiscito es que el Partido Popular cuenta con una parroquia fiel y convencida que ha salvado, de momento, la cabeza de Rajoy. Este voto incondicional constituye una buena base para que, mediante un proyecto moderno y una cara más amigable, los de derechas puedan intentar el asalto a la Moncloa en la próxima legislatura. Una guerra que vaticino ganarán porque también es preciso vislumbrar que la derecha ya sabe perfectamente de qué pie cojea. Por esta razón, es muy probable que durante este cuatrienio los populares maduren a fuego lento qué ficha han de mover para que su destino sea exitoso. Para ello, apunten tres nombres que seguro darán que hablar en este periodo de ‘exilio’: Gallardón, Rato y Piqué. Una terna, sin dudas, más acorde con los tiempos que corren hoy en día.

En consecuencia con este ‘síndrome bipolar’, los grandes perjudicados de este referéndum han sido Izquierda Unida y Esquerra Republicana, dos bloques que pasarán cuatro años en el infierno del grupo mixto en donde su palabra apenas tendrá eco. Un ‘jaque mate’ más que merecido debido a que ambas formaciones se han ganado a pulso este castigo, ya sea por sus habituales titubeos o por sus exigencias desmesuradas. Por eso, España ahora les pasa factura. Asimismo, en estos comicios también se han producido sorpresas agradables como ha sucedido con UPyD, un partido de tan sólo cinco meses de vida, que ha cuajado en la opinión pública gracias a sus atractivos programas de igualdad social y al amplio abanico de ideas que ha aportado Rosa Díez. Su premio será en forma de escaño.

Para terminar, creo que en este caos de partidos, escaños y propuestas, es justo felicitar a quien ha salido campeón, pero sin llegar a la euforia porque aún quedan muchas promesas por cumplir y los egos socialistas ya están bastante complacidos.

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COLUMNA OPINIÓN: CUBA

Sin Fidel

El nombramiento de Raúl Castro como presidente de Cuba no supondrá ningún cambio, ya que la sombra del revolucionario Fidel seguirá presente en la isla.

Antonio Jarabo Velayos

A sus 82 años y después de llevar casi medio siglo en el poder, Fidel Castro ha dicho basta y ha abandonado su cargo como primer dirigente cubano. Se trata de una decisión que muchos deseábamos desde hace muchos años y que se ha alargado en el tiempo más de lo esperado. Sin embargo, hay que reconocer que un gobernante no puede sobrevivir al mando durante tanto tiempo sin el carisma y la personalidad extraordinaria del revolucionario cubano. Y es que desde su triunfal desembarco en Cuba en 1956 junto a 82 combatientes del Movimiento entre los que destacaban nombres como el de Ernesto Che Guevara, el líder cubano ha sido el principal baluarte de una rebeldía firme contra la potencia americana. Bajo su dirección, Cuba se ha convertido en un Estado genuinamente independiente que ha torpedeado el monopolio político de Washington, pero que, lamentablemente, ha sumido a sus compatriotas en una enorme pobreza. Por estas razones, para bien o para mal, el nombre de Fidel Castro se catalogará entre los legendarios personajes de la historia contemporánea junto a firmas tan reconocibles como la de Ho Chi Minh, Jawaharlal Nehru, Mao Zedong o Nelson Mandela.


En consecuencia, hay que decir que este éxito obedece a muchas causas, aunque la principal es su poder para evocar sentimientos y emociones en el auditorio. Es indudable que una de las principales características que le han acompañado durante toda su vida es la capacidad para generar polémica con el hemisferio occidental gracias a su ávida retórica. Una cualidad que utilizó en multitud de ocasiones como un pedestal desde el que logró que todo el planeta escuchara sus palabras. En este sentido, cuando se habla del jefe de la revolución cubana pueden suceder dos acontecimientos: o se le defiende con vehemencia, o se le crítica ardientemente, pero nadie se queda indiferente. Sus opiniones pueden ser compartidas o rechazadas, pero Fidel emplea un lenguaje que está al alcance de cada ser humano. Un buen ejemplo de esta idea es su famoso discurso “¡Un mundo mejor es posible!” que atrajo el interés de los medios de comunicación internacionales por el líder político que, al igual que Don Quijote, se mostraba dispuesto a luchar en solitario contra todos los vientos por los ideales de su país. Una circunstancia que, sin duda, fortaleció su posición, ya que como se suele decir, da igual que hablen bien o mal de alguien, lo importante es que se hable.

Y, ¿ahora qué? Es cierto que con la marcha del guerrillero comienza una nueva etapa llena de incertidumbres en el territorio comunista, pero que nadie se engañe, aunque Fidel se va, también se queda porque en la isla caribeña todo seguirá igual. La razón de este continuismo es que su relevo en el pulpito es su hermano, Raúl Castro, todo un títere al servicio de una política fundamentada en una dictadura sin libertades. Prueba de ello, es que la primera medida que ha tomado como mandatario es una propuesta de delegar y consultarle a Fidel los temas más importantes del devenir del país. De esta manera, como era de esperar, Raúl no comprende que el destino no le ha colocado en ese puesto para salvar a una revolución que hundió al país y que casi nadie quiere, sino para enterrarla ordenadamente. Es decir, que su mejor papel debería ser el de dirigir un cambio pacífico hacia una moderna y estable democracia que sirva para abrir a Cuba las puertas del mundo.

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