miércoles, marzo 26, 2008

CRÍTICA DE CINE

Puro Coen

Antonio Jarabo Velayos

La última propuesta de los hermanos Coen recupera para la gran pantalla un género que ya no sólo define al celuloide, sino también una forma de entender la vida. Se trata del western o cine del lejano oeste en el que la justicia balística es la única ley que impera en esta polvorienta tierra. Y es que en este film el contexto paisajístico sirve como principal nexo de unión entre cada escena y baña a toda la película de una atmósfera romántica y de liberación. O lo que es lo mismo, es un cine de caza humana, que secuestra el interés del espectador durante casi dos horas bajo la atenta mirada del horizonte como si se tratara de un espectador más.

Por su historia, se puede decir que es una obra de gran impacto, mortífera, oscura, misteriosa, contemporánea e inolvidable, pero a la vez muy desconcertante, ya que genera muchas dudas entre el público. En consecuencia, se crea en ella una atmósfera llena de tensión, que atrapa y mantiene en vilo al espectador, sobre todo, en aquellas escenas de persecución en las que un gran Javier Bardem se convierte, por unos instantes, en nuestro enemigo número uno. El arranque es esplendido, también es muy bueno el ritmo y el tiempo del relato, así como su hipnótica fotografía, lo que hace más sugestiva y entretenida la historia.

Igualmente, es admirable cómo se muestra de forma concisa lo que hace cada personaje. En este sentido, son muy buenas las descripciones de esas actuaciones con multitud de planos al detalle que otorgan mucha importancia a todo tipo de gestos, objetos o acciones, como sucede, por ejemplo, en el momento en que Bardem se cura sus heridas después su primer duelo con Brolin. Por otra parte, la ausencia de diálogos en muchos tramos de la película (sólo se ve lo que hacen los personajes y no lo que piensan) provoca la sensación de que la cámara es alguien más, un testigo de lo que sucede, pero que no conoce toda la realidad de los hechos. Así, cada persona puede concebir su propia idea a partir de lo que ve y disfrutar de la película en función de su forma de ser.

Lo mejor de todo son las interpretaciones como la de Josh Brolin que cierra un año espectacular haciendo un papelazo genial como protagonista: un tipo duro y cínico, pero con motivaciones muy humanas. También destaca la gran actuación de Bardem, que borda su rol de asesino a sueldo. Sin embargo, Tommy Lee Jones tiene una sobria actuación muy por debajo de los magistrales Brolin y Bardem, lo que disminuye la excelencia de la obra. No obstante, lo peor es la frialdad del conjunto y la orquestación desdibujada de las tres historias que componen el thriller. Asimismo, es muy desesperante el suspense que atesora su mensaje. Una circunstancia que puede no agradar a todo el mundo. Esto sucede, por ejemplo, con el final, que deja a la gente con ganas de más acción, ya que se espera algo más impactante para terminar la historia y no tanto el uso de la elipsis y la divagación.

De esta manera, “No es país para viejos” continúa con la estela de los trabajos realizados anteriormente por los directores americanos en los que la crueldad, la tragedia y la sangre tiñen su narrativa. En este sentido, se puede hablar ya de un subgénero clásico de estos autores en el que destacan como rasgos principales el discurso hiperviolento y quirúrgico y el ambiente tenebrosamente sociológico que hace ‘comerse la cabeza’ al auditorio. Por esta razón, esta obra recuerda a otros títulos de relumbrón de los ‘esquizofrénicos’ hermanos como “Sangre fácil”, “Fargo” y “Muerte entre las flores”, un hecho que encumbra aún más este proyecto.

En definitiva, decir que “No es país para viejos” es el film soñado por cualquier escritor de altura, en el que la intensidad fílmica es arrolladora. Buena culpa de ello, lo tiene una dirección que no sólo es buena, sino brillante. Es decir, según mi juicio, estamos ante una película, sin dudas, merecedora de hacer bulto en los anales del mejor cine estadounidense de la época. Por este motivo, todo el mundo que desee ir al cine a descubrir y vivir entre palomita y palomita una ficción que le marque y no le deje indiferente, no puede perderse este ‘peliculón’ al que sin duda le auguramos un gran éxito de taquilla.

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