lunes, marzo 14, 2011

LO MEJOR DEL PERIODISMO...

El cuaderno de bitácora
Antonio Jarabo Velayos
Lo mejor del periodismo… Sin duda, el don de gentes que vas disfrutando al cabo de los días. Conocer todo tipo de personas en toda clase de situaciones y con cualquier noticia o excusa como justificación es algo tremendamente enriquecedor. Da igual si conoces a personalidades importantes, cargos públicos, famosillos o ciudadanos de a pie. Todo contacto y toda experiencia valen su peso en oro. De todo el mundo se pueden aprender millones de cosas. Ya sea para bien o para mal. La dura batalla que se vive cada jornada para conseguir una declaración, juntar cuatro letras, publicar algo decente y salvar el cuello merece la pena siempre que sepas exprimir el jugo a todas las conversaciones, reacciones, a todos los despistes, malas contestaciones y sin sabores...

No importa si charlas con un tío culto o misterioso, con alguien recién salido de las cavernas o con el mayor encantador de serpientes del siglo XXI. Todos pueden aportarte algo nuevo, todos tienen una historia que contar y tú eres un privilegiado. Sí, señor!!! Un privilegiado porque eres de las pocas personas que pueden conocer todos los puntos de vista y opiniones, puedes ser el primero en descubrir los entresijos de una trama, desenvolver los caramelos de la información para luego volver a enrollarlos, y si tienes suerte puedes irte a casa con esa maravillosa sensación de sentirte útil para los demás. Además, si remueves un poco, y aguantas todos los enfados y cabreos, todas las caminatas de última hora, los horarios surrealistas y las vergüenzas iniciales, pronto comprenderás que el mayor premio está en ti mismo. Está en ese palpitar acelerado y más que revolucionado, que te recuerda que sigues vivo, que la montaña rusa aún tiene mucho que decir y que tu trabajo es importante para tus vecinos. Porque me gusta pensar que somos los nuevos magos de este milenio…

Y a todo eso, hay que sumarle todo el aprendizaje que vas acumulando, la inmensa cantidad de conocimientos que adquieres sin comerlo ni beberlo y las numerosas anécdotas que vas guardando en tu particular libro de bitácora. Es la mejor forma posible para madurar, crecer, concienciarte y emocionarte. Al fin y al cabo, te conviertes en un pequeño experto de tres al cuarto, que conoce de todo un poco, pero no domina ninguna materia en especial. Pero hay está la esencia de esta genialidad. Lo bueno del periodismo es que cada mañana te levantas sin saber lo que te espera. Hay un carrusel de aventuras variopintas de todos los colores y de todos los dolores de cabeza posibles haciendo cola en la mesa de tu redacción. Nunca sabes de qué te va a tocar disfrazarte, ni te imaginas qué palabreja vas a acabar barruntando entre folio y folio. Es toda una aventura, no apta para cómodos y conformistas, ni para aquellos alérgicos al riesgo. El ajetreo, la versatilidad, el flirteo y la improvisación: tus nuevas señas de identidad de aquí hasta que recuperes la cordura…

Tampoco sabes dónde te van a llevar la actualidad del momento, ni mucho menos con quién vas a tener que pelearte por poder colocar la grabadora a pocos centímetros del último héroe nacional. Como tampoco puedes figurarte el stress que puedes soportar sobre tus hombros cuando el tiempo se te echa encima. Es increíble cuántas cosas se pueden hacer en sólo cinco minutos cuando tienes a la hora pisándote los talones. Adoro ese maravilloso hormigueo de tensión que vives justo antes de esperar el visto bueno del jefe o en los segundos de caos y desconcierto que irremediablemente coleccionas antes de salir al aire. Es curioso cuánto respeto le puedes llegar coger a un micrófono o a un simple pilotito rojo. Llamadme loco, pero maldita sea, cómo quiero a ese pilotito rojo!!!

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1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

No, creo que sólo tengas una lectora, en todo caso... seré la segunda. Escribes muy lindo, con mucha sinceridad, en palabras sanas, serenas, sencillas, sinceras y sensibles. No me preguntes como di con tu blog, pero me has atrapado. No he dejado de leerte, pero ... no tardes tanto en aparecer. Por favor.

8:18 p. m.  

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