miércoles, enero 05, 2011

TECLEANDO...

Quiero decirte tantas cosas
Antonio Jarabo Velayos
Quiero decirte tantas cosas, que casi no tengo tiempo para escribirte.
Quiero decirte tantas cosas, que las palabras se tropiezan entre sí.
Quiero decirte tantas cosas, que el diccionario se me queda corto…


A base de comentarios y diálogos a las tantas de la mañana. A base de intercambios de ideas y de conversaciones de besugos. A base de pasarnos las horas muertas tecleando consejos, impresiones y alguna que otra burla. A base de fantasear en voz alta y de planear viajes por tierras lejanas, poco a poco nos fuimos despojando de esa máscara que nos ponemos para salvar el mundo. Y así, nos revelamos nuestros deseos, ilusiones, secretos y también nuestras dudas y amarguras. Nos abrimos de par en par y nos invitamos mutuamente a pasear durante unos cientos de líneas por el interior de nuestras cabezas. Y entonces, descubrí que estabas hecha de la misma materia con la que se fabrican los sueños. Y me volví loco por no haberte conocido antes y no haber compartido contigo mis últimos compases como universitario.


Comprendí que eras tan especial como la luna llena, como un domingo sin resaca y como la luz que me despierta por las mañanas. Me di cuenta de que eras tan especial como una noche escuchando el crepitar del fuego, como un viernes por la tarde cuando acaban las clases y como esa mota de café que se queda pegada en la punta de la nariz una de cada diez veces. Te puedo decir sin miramientos que eres tan especial como un demonio en el cielo, como el olor a hierba recién cortada y como esa pulsera de juguete que Nathan regaló a Haley hace siglos. Sin lugar a dudas, eres tan especial como la sensación de aquel niño que ve nevar por primera vez, como esa rosa que Julieta usaba como marca-páginas y como esa estrella que sólo brilla cuando le guiñamos un ojo. En definitiva, vi en ti un soplo de aire fresco, una sonrisa preciosa y un espejo en el que me veía reflejado más de lo que te puedas imaginar. Y es que eres como un puzzle hecho a medida, en el que cojas la pieza que cojas todo cuadra a la perfección porque todos los pedacitos de tu ser son algo así como pura magia.


Por eso, siempre que recibo un mensaje privado, cruzo los dedos para que sea tuyo.
Por eso, siempre que me acuerdo de ti, me pongo a tartamudear como un tonto.
Por eso, siempre que escribo tu nombre, lo hago con letras grandes y en mayúsculas...
Gracias por todo, ALEJANDRA!!!

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