martes, diciembre 07, 2010

AUXILIO

Necesito una pequeña dosis de buena suerte…

Antonio Jarabo Velayos
Alguna vez has vivido esas situaciones en las que digas lo que digas todo se complica más y más. Esos momentos en los que cualquier comentario significa cientos de reprimendas, enfados, malentendidos, reproches y sentimientos cruzados. Es como un pequeño copo de nieve que se va convirtiendo vuelta a vuelta en una gigantesca bola de mierda que rueda incontrolable por una rampa sin fin y que cuando menos te lo esperas estalla en forma de avalancha. En esos instantes en los que ves como todos los problemas van creciendo exponencialmente, gritas auxilio sobre aquellas personas que más te importan. Y entonces descubres como más de una mira para otro lado y deja que la corriente te arrastre hacia la oscuridad.

Es incomprensible como por más que patalees, pidas mil perdones o supliques que alguien te tienda la mano, aún así todo está perdido. Poco a poco, te vas hundiendo en el frío y en el desconcierto. Sólo quedan unos milímetros para sumirte en la miseria y nadie parece inmutarse ni un sólo ápice. Es triste, que tengas que sobrevivir a este tipo de cosas para darte cuenta de lo insignificante que eres en el mundo. Eres como un grano de arena en el desierto, una pequeña hormiguita en la selva negra o una aguja en un pajar. Nadie te hecha de menos, nadie te comprende, nadie se preocupa por ti y nadie sabrá nunca lo sólo que te sientes el noventa por ciento del día. Y te dan ganas de llorar, de huir, de maldecir o incluso se te pasa por la cabeza hacer alguna que otra tontería.

Pero qué más da, hagas lo hagas nada va a cambiar. Eres un infeliz y siempre lo serás. La gente es muy egoísta y orgullosa. Es raro que alguien dé su brazo a torcer y reconozca las injusticias de la vida. Cuanto antes lo asumas, mejor. Y prepárate porque la suerte no es para quien se la merece o para el que la busca. La suerte sólo recae en los que menos la necesitan. No te quejes, no murmulles, no levantes la voz. Un consejo: punto en boca y continua como si nada fuera real, porque si refunfuñas más de la cuenta, el copo de nieve comienza a rotar, la pescadilla se vuelve a morder la cola y el estribillo empieza a sonar de nuevo. Y te aseguro que las campanas de esa siniestra cantinela tocan a muerto. Como suele decir el famoso proverbio, ríe y todo el mundo reirá contigo, llora y llorarás sólo. Necesito una pequeña dosis de buena suerte…

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