jueves, mayo 14, 2009

EL CINE ES COMO UN BESO

¿QUÉ ES EL CINE?

Antonio Jarabo Velayos
El cine siempre suena a beso. Los films son como un beso con su inicio, su nudo y su desenlace. Cada película es una sorpresa inesperada, te proporciona unos valores y unas percepciones abstractas. Igual que existen muchas clases de besos, existen diferentes tipos de películas y las reacciones que provocan cada una de ellas son inimitables.

Existen besos repletos de pasión y de fuegos artificiales como los que protagonizaba Ingrid Bergman en “Casablanca” o en “Encadenados” O besos calidos como los de una abuela en películas tan tiernas como las que se comparten con Forrest Gump mientras se espera al autobús. Por el contrario, hay besos fríos y llenos de ira como los de Judas en películas a prueba de cardiacos como las que protagoniza Freddy Kruguer o en aquellas obras con tintes siniestros en las que Jack Skeleton se siente como en casa. Otros besos que también son bien recibidos son los besos ocultos y clandestinos de las películas de James Bond en las que pase lo que pase siempre hay tiempo para el amor. También están los besos furtivos y peligrosos como los que nos cuesta arrancar de las cintas de Silvestre Stallone o Bruce Willis.

Pero, sobre todo, lo que más hay son besos de bienvenida al irremplazable mundo del cine. Son besos en color o en blanco y negro, con sonido o mudos, encerrados en las salas del Van Dick o descargados desde Internet. Pero, al fin y al cabo, el cine como cualquier buen beso, siempre nos deja un buen sabor de boca y nos produce algún que otro sobresalto.

Sea como fuere y, aunque la tecnología cinematográfica esté evolucionando constantemente, el cine seguirá siendo siempre como un beso. Besos que entrarán en las casas y revolotearán sobre las mejillas de los presentes, se colarán en las palomitas de los glotones, sacarán de sus casillas a los acomodadores y se reirán con los chistes de Eddie Murphy. Hasta que un día, finalmente, lleguen al patio de butacas, donde habitarán entre las personas hasta convertirse en besos tristes de despedida.

LA LEYENDA DEL LAGO DE SANABRIA

GUIÓN DEL MICROESPACIO "LEYENDAS DE IDAS Y VENIDAS"

Antonio Jarabo Velayos

CONTROL INDICATIVO DE “CASTILLA Y LEÓN EN ONDA”

CONTROL SINTONÍA C. BURANA – O FORTUNA PP/PF

CONTROL CARETA PROGRAMA PP

CONTROL SINTONÍA C. BURANA – O FORTUNA RESUELVE

CONTROL MÚSICA M. ROZSA – VALLEY OF DEAD PP/PF

LOCUTOR 1 Hola, bienvenido/bienvenida un día más a “Leyendas de idas y venidas”. Un espacio que quiere ser una invitación a la fantasía, a los sueños y a la utopía. Castilla y León es una tierra de versos y leyendas. Un lugar donde los pueblos se han quedado preñados de curiosas narraciones como la que hoy centra este espacio. Un relato transmitido de generación en generación que nos explica cómo nació el Lago de Sanabria, en Zamora.

CONTROL EFECTO ATMÓSFERA DE SUSPENSE PF

LOCUTOR 2 Cuenta la leyenda que hace muchos, muchos años, cuando Zamora todavía no existía, cuando ni siquiera el tiempo existía porque nadie había inventado nada para medirlo, un suceso fantástico marcó un antes y un después en la tierra zamorana. Los más longevos de la zona aseguran que en el mismo valle donde hoy duerme el Lago de Sanabria habitaba un próspero pueblo llamado Valverde de Lucerna.

LOCUTOR1 Un día de invierno, con la cellisca silbando y el viento trayendo frío y nieve, un anciano, pobre, barbudo y encogido, mal abrigado en sus harapos y ataviado con un bastón, pasó por el pueblo pidiendo caridad.

CONTROL EFECTO FUERTE VENTISCA PP

CONTROL EFECTO HOMBRE CAMINANDO CON BASTÓN PP

LOCUTOR2 Viendo lo recio del temporal, la gente ni siquiera se acercó a las puertas y ventanas de sus casas, desoyendo la llamada de socorro. Tan sólo una amable mujer se apiadó de él. Le abrió la puerta y le invitó a sentarse a los pies de la chimenea.

CONTROL MÚSICA M. ROZSA – VALLEY OF DEAD RESUELVE

CONTROL EFECTO CREPITAR DEL FUEGO PP

LOCUTOR1 Cuando el mendigo cogió calor, la dueña de la casa, en un acto de generosidad, le ofreció cobijarse allí hasta que cesará el mal tiempo. Ante la negativa del hombre, la dama le llenó el zurrón de pan y le acompañó hasta las faldas del monte.

CONTROL SONIDO PASOS SOBRE LA NIEVE PP

LOCUTOR2 A medida que el peregrino ascendía por la montaña, se fue recuperando de todos sus males y presentó una figura cada vez más alta, joven y erguida. Ya en la cima, el misterioso caballero, volvió su mirada hacia el pueblo. En ese momento, el viajero clavó con fuerza su bastón en el suelo y exclamó con voz atronadora.

CONTROL EFECTO GOLPE ESPECIAL CON BASTÓN PP

MENDIGO ¡¡¡Aquí clavo mi bastón, aquí salga un borbollón!!!

LOCUTOR1 Al instante, la tierra se resquebrajó como si se tratará de un simple trozo de pan. Desde las profundidades del valle, brotó un fuerte chorro de agua que inundó el pueblo en cuestión de minutos.

CONTROL EFECTO TROMPA DE AGUA PP

LOCUTOR2 Según el acervo popular, los lugareños sólo pudieron salvar una de las dos campanas de la iglesia. La otra, la campana de Santa Bárbara, se quedó sumergida, sonando únicamente en los días de tormenta. Muchos ancianos dicen que las personas que son caritativas son capaces de oír el tañido de la campana que reposa en el fondo del lago.

CONTROL EFECTO REDOBLE DE CAMPANA PP

LOCUTOR1 Este es el relato de cómo se formó el Lago de Sanabria en Zamora, el lago de origen glaciar más grande de Europa. Una historia que entraña en sus palabras una bonita enseñanza. Al pobre le faltan muchas cosas, pero al avaro le faltan todas. ¿Estamos ante un mito o una realidad? Quién sabe si la verdad forma parte, o no, de esas leyendas de idas y venidas.

CONTROL EFECTO ATMÓSFERA DE SUSPENSE RESUELVE

CONTROL INDICATIVO DE “CASTILLA Y LEÓN EN ONDA”

Etiquetas:

LA DELGADA LÍNEA ENTRE EL AMOR Y LA OBSESIÓN

ÉL
Antonio Jarabo
La película “Él” es un film rodado por Luis Buñuel en 1953 y que ha pasado a la historia como una de las 100 mejores obras del cine mexicano. Se trata de una historia de amor, con fuertes dosis de fetichismo, en la que se explica como la línea entre el amor y la obsesión es muy delgada. El tema principal de esta cinta es como el amor incondicional puede cegar hasta límites insospechados y puede llevar a una persona cuerda a saltarse todo tipo de barreras: desde arrebatarle el amor a un amigo, hasta torturar e intentar asesinar a ‘ese oscuro objeto de deseo’ que es la mujer amada.
Además, en esta producción también se percibe una fuerte crítica a la religión cristiana a la que se tacha en ciertos pasajes del film como una fe machista e insolidaria que no quiere ver más allá de sus problemas. Se muestra una parte de la religión trufada con una visión extremadamente conservadora y estrecha. Estos parámetros religiosos son los que se más brillan en el comportamiento del protagonista, ya que al ser un hombre creyente y devoto, ésta es la enseñanza que ha recibido desde su infancia.
En cuanto al reparto de la película, es destacable como los personajes principales están perfectamente definidos con dos personalidades opuestas y que, al mismo tiempo, se complementan. Es decir, por un lado, Francisco representa la decisión, la dominación y la posesión, mientras que Gloria refleja la adoración, la sumisión y el sacrificio.
El personaje de Francisco vive tan ‘encandilado’ de su mujer que no cesa de controlarla constantemente, siente celos de todo el mundo y paga sus inseguridades acusando a su esposa de tener una actitud demasiado abierta con los hombres. Siente un miedo atroz a que su mujer se enamore de otro y le abandone, por eso, no puede evitar acecharla en todo momento y castigarla cuando se siente engañado.
Por una parte, este temor es lógico, puesto que el amor puede surgir en cualquier parte, hasta en un lavatorio de pies. Sin embargo, lo que no es lógico es que sus celos le lleven a sufrir paranoias y alucinaciones hasta el punto de que se convierten en una enfermedad. En este sentido, da la sensación de que para Francisco, su mujer es como un trofeo del que alardear y, al mismo tiempo, es como una religión a la que venera y a la quiere por encima de cualquier cosa.
Llegados a este punto, es necesario subrayar como el papel de Francisco resulta muchas veces ridículo e insoportable como consecuencia de su ‘empecinamiento’ por ganar un pleito perdido, por ser un hombre de opiniones volátiles y por vivir rodeado de envidias y supersticiones. Es por esta razón por la que en muchos instantes Francisco recuerda a un niño caprichoso y malcriado que está acostumbrado a tener la razón.
No obstante, Gloria supone todo un recopilatorio de las virtudes femeninas de la época, siendo una dama dulce, sensible, comprensible, siempre dispuesta y tremendamente educada. Es sorprendente como la actitud de Gloria es siempre correcta, incluso cuando su grado de frustración es elevadísimo, ya que nadie la escucha ni la entiende y todos intentan darle consejos inútiles. Se siente desgraciada y desamparada porque está viviendo una pesadilla de malos tratos y anulación como si estuviera secuestrada bajo la prisión del estamento del matrimonio. Por este motivo, su única salida es recurrir a la ayuda de su amigo y antigua pareja, Raúl.
A medida que avanza la trama de “Él”, se observa como Gloria va descubriendo que debe ser ella la que luche por sí misma y por su libertad e independencia. Para ello, no debe de buscar ayuda fuera, puesto que nadie conoce al ‘auténtico’ Francisco, y debe reunir fuerzas para revelarse ante un ser que se encuentra enfermo de celos.
Uno de los rasgos que más llama la atención de esta obra es la habilidad de su director para sugerir información. En este film, se emplea a la perfección la norma que debe seguir todo buen cineasta: mostrar mejor que decir. Y es que hay multitud de situaciones en los que Buñuel opta adecuadamente por dar información al espectador por medio de sutiles ‘pinceladas’ antes que caer en el recurso fácil del diálogo.
De este modo, el público puede inferir muchas de las características de la personalidad del protagonista. Por ejemplo, se deduce que Francisco es un hombre observador, meticuloso y maniático por la forma en que coloca los zapatos de su mujer o cuando percibe que el cuadro de la habitación está ligeramente movido. Asimismo, se hace evidente que Francisco es muy egoísta por el detalle de que sólo se saca fotos suyas con los monumentos.
También es muy acertado emplear la voz en off de Gloria para contar sus penurias y desventuras a su amigo Raúl, porque, de esta manera, se atrae aún más la identificación y la compasión del público con la amargura que está sufriendo Gloria, es como si Gloria estuviera confesándose con los espectadores y les estuviera pidiendo ayuda desesperadamente. Sin embargo, lo que no tiene ningún sentido es el episodio de los falsos disparos, ya que no aporta nada nuevo a la historia y además no sorprende apenas porque ya se sabe que le mujer está perfectamente. Es una escena para rellenar y parece totalmente prescindible.
El final de la película es un ‘happy-end’, aunque también es un desenlace muy abierto, ya que, a pesar de que la obra concluye con Francisco recluido en un convento y con Gloria casada y madre de un hijo, se deja abierta la puerta de que Francisco vuelva algún día en busca de Gloria, puesto que aún no ha curado su obcecación por ella. Es una resolución poco llamativa porque todo apuntaba desde los inicios de la relación a que todo acabaría con algún enfrentamiento o con alguna tragedia. Se esperaba una conclusión más poética y dramática al estilo de otras producciones en las que el amor es imposible como Noviembre dulce o Titanic. La película tiene, por tanto, una estructura cíclica: comienza con Gloria como pareja de Raúl y Francisco sólo y refugiado en la religión, la única disciplina que le da calma, y acaba exactamente igual. Es un final equilibrado y justo que otorga la felicidad a Gloria y la desgracia a Francisco.
En resumidas cuentas, esta obra de Buñuel es, en cierto modo, una historia dual en la que se muestra la cara y la cruz de la vida. La cara llevaría consigo la moraleja de que, a pesar de todos los males que se sufran, la felicidad siempre es posible, y la cruz consistiría en la amarga sentencia del desconsuelo y el rechazo. En este punto, Luis Buñuel conoce el secreto para conmover y embriagar al público.

Etiquetas:

LA BALANZA DE LA JUSTICIA SIEMPRE SE NIVELA

TESTIGO DE CARGO
Antonio Jarabo
“Testigo de Cargo” es una adaptación de una novela de Agatha Christie en la que Billy Wilder da vida a un ‘whodunit’ con tintes románticos. Se trata de un film ambientado en la Gran Bretaña de los años 50 y en los procedimientos judiciales de la época. Este título se adecua perfectamente al mundo del cineasta hollywoodiense en el que nada es lo que parece y todo resulta ser un engaño.
A esta circunstancia, contribuyen ampliamente los arquetipos de rufianes y pillos que colapsan este film, llegando a provocar que el espectador no confíe en nadie en ciertos pasajes de esta producción. Y es que en esta proyección, se revelan personajes muy humanos, imperfectos y antihéroes, lo que produce una sensación de desconfianza, pero también de identificación con algunos de sus protagonistas. Se ofrece una baraja de naipes de los más variada formada por un abogado irresponsable y charlatán, un acusado atemorizado, una enfermera hilarante y una mujer fría y calculadora.
En esta obra, se descubre la personalidad y el buen hacer de Wilfrid “El Zorro”, interpretado por un soberbio Charles Laughton, un abogado malhumorado y testarudo que a pesar de comportarse ‘como un niño’, dispone de una lucidez brillante a la hora de exponer sus argumentos. Este personaje destaca no sólo por ser un tanto gruñón, sino también por los excelentes y agudos diálogos que mantiene a lo largo de todo el largometraje. Sus intervenciones, llenas de ironía, sarcasmo y clarividencia recuerdan al estereotipo actual del personaje del Doctor House, sobre todo, por el hecho de que parece que cada vez que abre la boca va a sentar cátedra.
El juicio con el que comienza la trama nos anticipa desde los primeros compases del film cuál va a ser el tono en el que se va a mover la historia que no es otro que dar respuesta a la pregunta de ¿quién es el asesino de la señora French? A medida que Wilfrid y el propio espectador van conociendo detalles del crimen, ambos quedan atrapados en el suspense y la intriga que tan bien sabe dosificar Wilder durante la obra.
El argumento de la película se centra en la defensa de Leonard Vole (Tyrone Power), acusado de asesinato. El estímulo que sirve de ‘gancho’ no es otro que la aparente situación de desesperación de Vole y la convicción de su abogado de que su cliente es inocente. Toda la trama se complica con la aparición de Marlene Dietrich en su papel de Christine, una inquietante mujer casada con Vole y que desde sus primeras palabras deja entrever que oculta un secreto. La suma de todas las pruebas del caso más la actitud desconcertante de Christine hacen que la obra se convierta en una ecuación con varias incógnitas por resolver. Según van avanzando los acontecimientos, todo parece ponerse en contra de Vole y eso hace que el relato cinematográfico sea aún más atractivo, ya que cuánto mayor es la montaña a escalar, mayor será la satisfacción de poder llegar a la cima.
Entre los puntos fuertes de “Testigo de Cargo”, hay que destacar el magnífico uso de los flash-backs con los que se cuenta la historia ‘por fascículos’ desordenados como si se tratara de una especie de puzzle que se va reconstruyendo. También es de alabar la música empleada en estas escenas debido a que ésta cumple afinadamente su función de reforzar los estados de ánimo de cada una de las situaciones. Por otra parte, como es habitual en la mayoría de las obras de Wilder, los objetos también ocupan una posición privilegiada en la trama. Es el caso de la introducción del acordeón y la batidora como elementos de seducción o el simbolismo del haz de luz del monóculo como un dedo acusador o una curiosa de maquina de la verdad que escudriña al milímetro las reacciones de los personajes.
Asimismo, la utilización de los planos medios y generales en la película durante sus casi dos horas de duración hacen que la realización sea bastante aséptica. Es decir, lo que se pretende es premiar los ingenios diálogos por encima de las florituras de la cámara y los posibles embellecimientos de la imagen. En este sentido, merecen una mención especial los planos de carácter subjetivo explotados desde la perspectiva del estrado, lo que esgrime una identificación del destinatario con los sentimientos de los declarantes, en especial, con la angustia que atesora a Leonard Vole en su alegato final.
Es, precisamente, la resolución final uno de los aspectos más criticados por los detractores de este film que ven como el último acto peca de un cierto grado de artificiosidad. Es cierto, que en tan sólo cinco minutos se solucionan todos los avatares montados a lo largo de la cinta, pero también es verdad que se trata de una conclusión conveniente hilvanada y sorprendente. La balanza de la justicia se nivela de una forma inesperada, sobrepasa ferozmente los anclajes del amor incondicional y logra que todos los misterios queden atados cabalmente.

Etiquetas:

EN EL AMOR SIEMPRE HAY ALGO DE LOCURA

La fiera de mi niña
Antonio Jarabo Velayos
Ironía, complicidad, surrealismo y locura irrefrenable son algunos de los ingredientes que hacen de “La fiera de mi niña” una de las mejores comedias de la historia del cine y la principal muestra de la llamada comedia enloquecida de los años 30. Esta película, dirigida por el director americano Howart Hawks, es, sin lugar a dudas, un título fundamental en la filmografía de cualquier cinéfilo.

Los auténticos puntos fuertes de esta obra se encuentran en un guión profundamente ingenioso y en unas interpretaciones superiores. En este sentido, ambos elementos conjugados producen un resultado difícil de igualar. Sus escritores, Hagar Wilde y Dudley Nichols, supieron exprimir el jugo de la típica trama amorosa hasta el punto de llegar conquistar al auditorio en los primeros minutos de la proyección.

Para ello, la herramienta empleada se basa en mostrar claramente las contradicciones entre lo que hacen, dicen y sienten los protagonistas. El juego de miradas entre ambos es un recurso muy bien utilizado en este sentido. Igualmente, también es muy acertada la fórmula de implantar progresivamente pequeños entuertos en la trama para que los personajes vayan solucionándolos juntos hasta llegar a un carrusel de conflictos que desembocan en la cárcel.

Desde el punto de vista del guión, es de alabar la perfecta construcción de los personajes interpretados por Kathernie Hepburn y Cary Grant, los cuales gozan de unos papeles muy bien definidos y que combinan de una forma sublime en la gran pantalla. Por un lado, Cary Grant da vida a David, un paleontólogo racional, responsable y educado, pero también algo tímido, dubitativo y maleable. Por el contrario, su ‘cruz’ en la ficción será representada por Katherine Hepburn en el personaje de Sussan, una joven alocada, impetuosa e impaciente, pero que descubre en David al amor de su vida.

La relación entre ambos es evidentemente el aspecto que más emociona del largometraje y a la vez es la clave sobre la que gira todo la trama. Su relación se podría relatar como un choque de trenes, un tira y afloja o una bomba de relojería, pero más bien consiste en una especie de partida de ajedrez que ambos juegan instintivamente. En un principio, los dos se quieren, pero ninguno se atreve a reconocerlo por miedo a dejarse al descubierto. Es como una montaña rusa repleta de altibajos en la que el destino acabará juntándoles una y otra vez y entrelazará sus vidas irremediablemente.

En cuanto al argumento, la historia envuelve al público desde el primer segundo gracias a la insensatez y a los golpes de efecto que revitalizan la película constantemente. En este film, Howart Hawks logra el difícil cometido de no aburrir al espectador gracias a una simbiosis de hechos que no concuerdan aparentemente, pero que finalmente sirven para crear manifestaciones muy potentes. La obra carece de cualquier tipo de suspense, ya que desde la primera escena, es previsible que entre los protagonistas hay algo especial, sin embargo, es capaz de enganchar explotando la curiosidad que existe en ver cómo dos personalidades tan distintas terminarán enamorándose como sucede con el magnetismo de dos polos opuestos.

Se trata de un film espectacular gracias a la sencillez con la que se consigue que cualquier circunstancia cotidiana acabe convirtiéndose en una realidad embarazosa, llena de diálogos sagaces y terriblemente sugerentes. Buena culpa de ello la tienen la integración de elementos de atrezzo muy particulares (pelota de golf, teléfonos, costilla intercostal…), la inclusión de coches y animales como un plus humorístico y el buen manejo de los juegos de palabras, los dobles sentidos y los significados latentes. Es cierto que, en ocasiones, estas situaciones son forzadas y sin sentido, pero tratándose de una comedia histriónica éste semblante es un mal menor.

Esta idea del simbolismo subyacente queda representada en la famosa escena en la que Sussan engaña por teléfono a David para que éste vaya a visitarla. En esta escena, se demuestra cómo narrativamente se puede decir todo sin pecar de ser demasiado explícito. A partir de ahí, toda la película cambia y la pareja ya conoce cuáles son sus sentimientos, aunque ninguno lo haya reconocido abiertamente. Es una de las escenas más memorables de toda la obra.

Un aspecto que llama la atención es el predominio de los planos medios largos en los que prima tanto el personaje como el escenario en el que se sitúan. Lo más lógico hubiera sido poner más hincapié en los primeros planos o planos más cerrados para estimular más la expresividad de los actores y reflejar mejor sus emociones, sentimientos, reacciones, gestos... Aunque quizás este método podría ser un inconveniente a la hora de conseguir que el ritmo de la película sea trepidante.

Por último, también es resaltable la importancia que se da en este largometraje a la canción “Todo te lo puedo dar menos el amor, babyyy…” que, a parte de ser un mecanismo más para incitar la comedia, sirve como resumen del planteamiento que revolotea en los más de cien minutos que dura el film: el amor no se puede dar, simplemente surge cuando menos te lo esperas. En definitiva, “La fiera de mi niña” es una obra cinematográfica impresionante que deja al espectador embelesado mientras visiona el film. En resumidas cuentas, es de esas películas que uno siempre recuerda con una sonrisa en la cara.

Etiquetas:

SEXO, DROGAS Y ROCK 'N' ROLL

HISTORIAS DEL KRONEN
Antonio Jarabo
“Historias del Kronen” es una crónica de la juventud de los años noventa, que aprovecha la noche y cualquier excusa para vivir sus aventuras en busca de mil y un placeres. Se trata de la historia de un grupo de amigos que actúan sin control ni ningún atisbo de inhibición, sin pensar en las consecuencias, como si el mañana no existiera. Este caos cesa cuando se produce un suceso traumático con el que los chicos abren los ojos y descubren que la vida no es un juego.

Por otra parte, esta obra no sólo muestra una visión desmesurada del estilo de vida que marcó a una generación, sino que también aborda el tema de las relaciones sociales. A lo largo de todo su metraje, se cuestiona el ideal de la verdadera amistad como un aspecto utópico difícil de encontrar en un mundo tan frívolo y materialista como en el que vivimos (“la amistad es para los débiles, los fuertes no necesitamos a nadie”).

Esta producción de Elías Querejeta, intenta ser el reflejo de la cara desenfrenada de la juventud. Para ello, hace uso de un vocabulario coloquial inundado de tacos y jerga adolescente, música a todo volumen y la atmósfera de la fiesta madrileña. A todo esto, hay que sumar la ambición del film de materializar cinematográficamente el legendario lema de “sexo, drogas y rock and roll” a través de un grupo de ‘niñatos descerebrados’ cargados de excesos, obscenidad, sueños imposibles y desencanto.

Estos personajes adolecen de un deseo irrefrenable de acabar con la monotonía y prefieren vivir altibajos antes que convertirse en adultos. El líder de esta cuadrilla de amigos es Carlos, un joven inquieto, engreído y rebelde. En definitiva, un chico atormentado que disfruta haciendo y diciendo todo aquello que está mal visto socialmente. Carlos representa, por lo tanto, el máximo exponente de esta filosofía de vicio y de ruptura de límites sobre la que esta película hace hincapié.

Como inconvenientes, hay que decir que esta película resulta en ciertos momentos ridícula, casi incómoda de ver, porque está repleta de tópicos y prejuicios infundados, está carente de un argumento sólido, y plagada de actuaciones nefastas y poco creíbles. La única interpretación que a mi juicio está a la altura es la de un Jordí Mollá que combina afinadamente la locura y la sensatez en el papel que da vida a Roberto. Sin embargo, todas estas debilidades se ocultan hábilmente gracias a que la cinta cuenta con un ritmo vibrante que mantiene al espectador pegado a la butaca. Este dinamismo se transmite perfectamente al público a través de la pantalla, consiguiendo que al espectador le surjan unas enormes ganas de visitar la sucia y rancia ‘Cervecería Kronen’.

Durante buena parte del film, la historia es bastante desconcertante, no parece que lleve a ninguna parte, ya que no sé sabe en qué consiste la trama. El relato está rodado con una estética que recuerda al género del documental y con un montaje muy simple con la intención de dotar a la obra de un fuerte realismo y de una dureza sorprendente. Este rasgo se hace aún más patente en el punto culmen del film en el que se opta por tratar la muerte del inocente Pedro desde el punto de vista de una cámara casera, lo que otorga mucho más impacto a la escena. Ese instante supondrá un golpe de madurez forzado, ‘descenderá’ los egos de los jóvenes a la tierra y les extirpará brutalmente su jovialidad.

El final del film, abierto y sin resolver, refleja simbólicamente el trayecto desde la rabia y la culpabilidad por la muerte de Pedro hasta el metafórico ‘suicidio’ que cobra vida en Carlos, al que le da igual lo que le pase, puesto que pretende ‘cargarse’ su propia vida y la de sus compañeros desvelando que ellos mataron accidentalmente a su amigo Pedro. Es curioso en este punto como Carlos, por primera vez, decide hacer frente a un problema y ser responsable de sus actos. En mi opinión, en este punto hay un cierto intercambio de personalidades entre Carlos y Roberto, ya que en un principio el que quiere destruir la grabación es Carlos y, posteriormente, es Roberto el que quiere pasar página borrando el contenido de la cinta.

En resumidas cuentas, “Historias del Kronen” es una película dura, agresiva y urbana, que nos muestra el desaliento de la juventud en el Madrid de los noventa, pero que, lamentablemente, se queda en un simple esbozo de la atractiva y peligrosa mentalidad juvenil. Entretenida, pero nada más.

Etiquetas:

SIMPLEMENTE TERROR DEL BUENO

EL RESPLANDOR
Antonio Jarabo
“El Resplandor” es una de las mejores películas rodadas por Stanley Kubrick. Se trata de una adaptación de una obra literaria escrita por Stephen King en 1977 en la que la locura y el terror psicológico son sus principales estrellas. En esta película, Kubrick consigue que los espectadores se queden pegados al sillón sin apenas pestañear gracias a un manejo excelente de la tensión y el suspense. Su truco no consiste en colmar el film de espectaculares efectos especiales, ni en desarrollar trama arduamente complicada. Simplemente, nos abre su mente y nos invita a pasar unas horas dentro de su inquietante cabeza.

El relato de la película cuenta como Jack Torrance (Jack Nicholson) intenta ganarse la vida como escritor. Mientras intenta alcanzar su sueno, Jack consigue un puesto como vigilante en el Hotel Overlook, una estancia que permanece cerrada durante los meses de invierno. En este cometido, Jack estará acompañado por su mujer (Shelley Duval) y su hijo (Danny Lloyd), los cuales no se imaginan la terrible pesadilla que les aguarda el destino. Para que el argumento cobre un mayor interés, Kubrick introduce en la ‘coctelera’ a un niño con curiosos poderes de premonición, unas gemelas fantasmagóricas y un torrente de sangre que vaticina ‘el redrum’ (la muerte). El resultado es un elixir cinematográfico potente y atractivo, que no deja indiferente a nadie.

Sin embargo, todo este relato se pone en cuestión totalmente al final del largometraje, ya que la última imagen revela que Jack lleva muerto desde hace bastante tiempo. Con este plano, Kubrick logra su propósito que no es otro que hacer de su film una fábrica de sueños. Es decir, Kubrick hace magia en tan sólo unos segundos: logra desmontar todo el argumento e incitar al público a que replanteé todo lo que ha visto e intente confeccionar sus propias conjeturas. Con esta herramienta, el autor logra algo que parece imposible, que cada persona elabore en su propio interior una explicación diferente.

La estructura de la cinta, fragmentada en diversos capítulos, es también todo un acierto del director, quién con esta división aumenta aún más la incertidumbre por conocer el desenlace de la trama. A pesar de su montaje en episodios, la verdad es que la película no es nada fácil de entender, un aspecto que puede no gustar a un público acostumbrado a llevar siempre el control de la película. Por esta razón, lo más recomendable es ver “El Resplandor” varias veces para descubrir decenas de detalles que en un primer momento pasan desapercibidos y así llegar a comprender esta obra maestra en todo su esplendor.

En mi opinión, buena parte del éxito de esta película recae en el brillante papel que interpreta Jack Nicholson, un escritor que sufre de insomnio y que acaba volviéndose loco fruto de ‘la nada’ que habita el hotel en el que se hospeda con su familia. Esta febril demencia llevará a Jack Nicholson a realizar una cruel persecución contra su familia, la cual concluirá con una de las muertes más recordadas de la historia del cine. Lo más destacable de Jack Nicholson es lo bien que adapta a su personaje el empleo de una mirada psicótica y una sonrisa maniática que, junto a la excelente banda sonora, convierte a esta película en una historia realmente perturbadora, pero al mismo tiempo fascinante.

En cuanto a la planificación, no se puede hablar de “El Resplandor” sin hacer mención al famoso plano en el que la cámara sigue el paseo del niño sobre su triciclo por los angostos e interminables pasillos del hotel. Gracias a imágenes como esta, se hizo popular el uso de la steadycam. También es de alabar las suculentas perspectivas que muestra la cámara en muchas de las escenas y la estética de gran angular empleada, ya que gracias a estos recursos el destinatario se empapa de las emociones que viven y padecen los personajes.

Llama la atención como a lo largo de la cinta se pueden localizar varios errores, una circunstancia que choca frontalmente con el carácter detallista del director. Y es que Kubrick era un director muy exigente, tremendamente meticuloso y lleno de excentricidades. Entre estos fallos cabe destacar como en la escena de los hachazos en el baño, se observa como los boquetes producidos en la puerta no son los mismos cuando se cambia de un plano a otro. Sabiendo lo perfeccionista que era Kubrick es muy probable que este sea un error voluntario, para dar a entender sutilmente que todo es un incomprensible juego de la mente.

En resumidas cuentas, la esencia de esta producción reside, precisamente, en la duda con la que el espectador se queda después de su visionado. Esa imposibilidad de explicar las cosas que pasan hace que esta obra sea sublime. En “El Resplandor” el surrealismo y el terror van unidos de la mano con la misión de ofrecer al gran público algo que no se espera, un hecho que el cerebro humano no puede soportar.: una historia sin resolver. A todos aquellos que acudan al cine con la intención de relajarse y no pensar, les advierto que esta película no se lo va a permitir porque se trata de un cine de terror casi en extinción, simplemente terror del bueno.

Etiquetas:

UN WESTERN QUE NO PASA DE MODA

El hombre que mató a Liberty Valance
Antonio Jarabo Velayos
Cuando ves una película lleno de expectativas, lo más habitual es que el film te acabe decepcionando. No obstante, con “El hombre que mató a Liberty Valance” sucede todo lo contrario, aunque no te sientas especialmente identificado con el género del western, terminas amándolo e interesándote por las peculiaridades de este relato. Y es que esta obra no es una producción cualquiera, sino el mejor western rodado por John Ford, entre otras razones, por lo bien que en él se transmite la estética (acertada elección de los exteriores) y la ley del oeste: un ambiente polvoriento en el que la justicia balística está al orden del día.
Además, esta cinta representa el inicio de un nuevo género cinematográfico. Se trata del western crepuscular en el que la decadencia y la pérdida de la épica son dos rasgos fundamentales. Esta idea se observa perfectamente en la trama de “El hombre que mató a Liberty Valance”, en la que se representa hábilmente la evolución de una sociedad sin reglas hacia una sociedad civilizada. En este film, se edulcora la violencia y los vaqueros ya no son luchadores honrados, sino hombres con fisuras que pasan más tiempo hablando de épocas mejores que disparando. De hecho, la historia está contada mediante un gran flash-back en el que el protagonista cuenta sus ‘desventuras’ a un afamado periodista de la zona.
John Ford se caracteriza por ser todo un experto en trabajar el interior de los personajes y eso se nota en “El hombre que mató a Liberty Valance”, principalmente, en la disección que realiza de los personajes principales. Este es el caso de Tom Doniphan (John Wayne), hombre rudo, galante, valiente y respetado, pero que no es capaz de asumir el peso de liderar al pueblo; de Ramsom Stolar (James Steward), hombre de leyes, justo, honorable y racional, un idealista que se aferra más a las palabras que a la violencia; y de Liberty Valance (Lee Marvin), un pistolero sin escrúpulos, asesino y saqueador, que tiene amedrentada a la población y que sólo piensa en su propio provecho.
Si profundizamos más en la personalidad del protagonista y del antagonista, descubrimos como ambos reflejan dos arquetipos claramente definidos. Liberty Valance refleja el estereotipo de un dictador que se ríe de la ley, que ningunea al comisario del pueblo y que acaba con la libertad de prensa. Mientras que el personaje de Ramsom Stolar es el que más atrae a la sala de butacas porque desde nuestra postura de ‘mirones’ siempre nos identificamos más con el perdedor, el indefenso y el débil antes que con el típico abusón deslenguado.
La película se centra en la dicotomía entre la fuerza y la razón. Es un canto a la libertad y a la democracia frente a la fuerza bruta y sin sentido. Sin embargo, en el film se muestra una visión tremendamente realista en la que se hecha por tierra la creencia de que “dos hombres no luchan si uno no quiere” hasta el punto de que el propio James Steward, la gran ‘víctima’ de la trama, llega a afirmar que “de nada sirven las palabras contra la fuerza”. Es, en resumidas cuentas, una lucha de ‘titanes’ entre el bien y el mal o, mejor dicho, entre la cabeza y el corazón. Esta idea también se proyecta en la pugna pacífica librada entre Tom Donyphan (hombre duelista) y Ramsom Stolar (un soñador adelantado a su época) por el amor de la hermosa Hally (Vera Miles). Pero, curiosamente, estos roles giran a medida que avanza el relato y al final es Stolar el que triunfa gracias a un engaño y Donyphan el que se sacrifica en un claro acto de amor y de nobleza.
Si hay algo que me gustaría resaltar, especialmente, en el cine de Ford es su gran humanidad. Sus películas son un homenaje al sentimiento americano, al compañerismo, a la familia, a los antepasados, a las tradiciones, al valor, al deber, a la justicia y a la honestidad. Asimismo, la simplicidad de los planos, la excelente fotografía (gran fuerza visual) y la sencillez argumental hacen que esta obra maestra de John Ford sea más fácil de recordar por el público. Por otra parte, en el tema de la iluminación, se perciben algún que otro guiño al movimiento del expresionismo alemán en escenas con elevadas dosis de tensión como son el ataque de Liberty Valance al periódico o el esperado duelo entre el héroe y el villano.
Como notas negativas, es necesario mencionar que hay algunas situaciones en la película que no se entienden como, por ejemplo, que exista un comisario tan abobado, inútil y cobarde o que nadie se atreva a pararle los pies al enemigo común. En este punto, es incomprensible por qué Tom Donyphan no se enfrenta mucho antes al personaje que interpreta Lee Marvin. Por otra parte, el hecho de que John Ford apenas mueva la cámara durante el rodaje del film (estilo muy natural) hace que el espectador se sumerja más fácilmente en la historia, pero también implica que el ritmo sea algo lento y pesado en ciertos pasajes del largometraje.
La conclusión con la que se queda el espectador es bastante inquietante porque el último acto de la película nos viene a revelar el hecho de que los ciudadanos admiran al ‘gran’ senador Stolar no por ser un caballero que ha instaurado la ley y el orden en el territorio, sino por ser el ‘supuesto’ asesino de un hombre despreciable. Es evidente que esta circunstancia no deja en muy buen lugar a la condición del ser humano. Un aspecto que te hace reflexionar sobre la naturaleza de nuestros deseos más íntimos.
En mi opinión, “El hombre que mató a Liberty Valance” es una obra que merece un sobresaliente por su enorme capacidad para atraer tanto a los seguidores de las películas de acción como a los que buscan en la gran pantalla un aire más intelectual y reflexivo. A pesar de ser una película producida hace bastantes años, es un film que no desentona en absoluto en la actualidad, ya que se centra en temas que nunca pasarán de moda como son la libertad, la justicia, la camaradería y el amor. De este modo, con títulos como éste, Ford ha contribuido a popularizar el western y hacer de él un género respetado y valorado.

Etiquetas:

A VECES, EL AMOR ES IMPOSIBLE

Drácula de Bram Stoker
Antonio Jarabo Velayos
Existen pocas películas que tengan la capacidad de absorber la atención del espectador al 100% y esta obra de Francis Ford Coppola es una de ellas. Cuando ves “Drácula de Bram Stoker” te olvidas de todo lo demás y te sumerges en una historia que te hace abrigar sensaciones encontradas, ya que, por una parte, se siente compasión por un ser cuyo principal pecado es haber amado con locura, pero, por otra parte, también se profesa repulsión hacia una ‘bestia’ que encarna al mismísimo diablo. Se trata, por tanto, de un relato amargo que tiene muchos rasgos en común con la novela romántica de “Romeo y Julieta” de William Shakespeare, puesto que en ambas se narra la desdicha de perder el amor.

Uno de los aspectos que hace que este film sea tan especial y recordado es la maestría con la que Coppola crea en este drama una atmósfera neogótica, lúgubre, terrorífica y a la vez seductora, que permite inundar la pantalla de la esencia del mito del vampiro. Es decir, consigue embaucar a los espectadores con su maravilloso juego de luces y sombras que hacen que la película tenga un aspecto totalmente tétrico. En este sentido, las localizaciones, los decorados, los efectos especiales y la caracterización de los personajes juegan a favor del film y lo hacen tremendamente convincente. A todo esto, hay que sumar la sublime actuación de Gary Oldman en su papel como protagonista, dando vida a la leyenda del Conde Drácula, un amante desconsolado que carga con una imperecedera sed de sangre.

Asimismo, también es admirable como Coppola ha sabido trasladar al celuloide la obra del escritor irlandés Bram Stoker, principalmente, en su representación de un Drácula pútrido, sanguinario y lujurioso, pero también hipnótico y cautivador. Gracias a estas cualidades, la película en sí misma adquiere las peculiaridades de un vampiro y se convierte en una fuente de gravedad que atrae al propio espectador, que se encuentra constantemente intranquilo e inquieto, pero que no puede escapar a las redes de su metraje. Sin duda, también influye en este encantamiento, el desarrollo de la película mediante el recurso del género epistolar y según los diarios de Mina, Jonathan y el doctor Van Helsing.

El argumento de “Drácula de Bram Stoker” cuenta la historia de cómo el Príncipe Vlad de Balaquia (el camaleónico Gary Oldman) perdió al amor de su vida mientras combatía con ferocidad a los turcos en los Balcanes en el siglo XV. Fruto de esta tragedia, nació su odio y su renegación hasta convertirse en el misterioso Conde Drácula, el más grande valedor de una estirpe de asesinos. Después de varios siglos sumido en la angustia, Drácula descubrirá de nuevo la pasión en la preciosa e ingenua Mina (Winona Ryder), la prometida de Jonathan (Keanu Reeves), un pasante que gestiona algunas de las posesiones del aristócrata rumano. Este abominable vampiro intentará conquistar la atención de Mina, su último contacto sincero con la humanidad. Será entonces cuando entre en escena la estampa del doctor Van Helsing (Anthony Hopkins), el único que conoce los secretos para acabar con esta plaga de muerte y destrucción.

Esta producción no sólo exhibe esta lucha sin parangón, sino que también se recrea hábilmente en mostrar la belleza artística del símbolo vampiril, acompañada de una magnífica banda sonora. Para ayudar a este cometido, se emplea en ciertos momentos de la obra la estética del precario cinematógrafo, lo que igualmente sirve para introducir al público en la época y en el contexto en el que tiene lugar esta historia. Sin embargo, debido a que el film se centra mucho en esta descripción detallada de la figura del Conde Drácula, adolece de un excesivo carácter literario, lo que le proporciona un atractivo inmenso, pero también hace que sea una película lenta y pesada en determinados pasajes.

El final es un fiel reflejo del ideal universal de que el amor es más fuerte que la propia muerte. Y es que, paradójicamente, es el amor que rejuvenece y da vida a Drácula el que también acaba por destruirle. En este punto, es curiosa la contraposición de sentimientos que padece este personaje: por un lado, la codicia por la sangre que le proporciona la inmortalidad y, por otra parte, su devoción por el amor. Esta misma contradicción también se hace patente en la última escena, ya que con la muerte de Drácula a las manos de la persona que más quiere, el Príncipe de las tinieblas puede obtener finalmente la paz y lo que más ansía: reencontrarse con la mujer que el destino le arrebató.

En definitiva, decir que “Drácula de Bram Stoker” es una obra embriagadora, que rebosa talento y fantasía y que está a la altura de la novela original. Además, es una de las mejores apariciones del Conde Drácula en pantalla, lo que contribuye notablemente a agrandar mucho más su mito. Con esto quiero decir que nos hallamos ante una de las mejores películas de la historia del cine y que, a pesar de los “océanos de tiempo” que pasen y pasen, jamás será olvidada. Un 10 rotundo para Francis.

Etiquetas:

UN HOMENAJE AL MEJOR WESTERN

Pat Garrett y Billy el niño
Antonio Jarabo Velayos
“Pat Garrett y Billy el niño” es el particular homenaje de Sam Peckinpah a la esencia del western y a todo lo que representa para él. En esta cinta, Peckinpah nos muestra una curiosa historia de amistad de forajidos que no logra perdurar por encima de los imperativos de la ley. La película se convierte, así, en una persecución a muerte entre dos amigos y en una reflexión entre qué es lo que sienten los contrincantes y lo que todos piensan que deberían de hacer.
En definitiva, se puede decir que “Pat Garrett y Billy el niño” no es sólo un duelo entre dos leyendas del lejano oeste que vacían sus revólveres a uno y otro lado de la ley, sino que se trata de una fuerte pugna entre la lealtad y el respeto por un compañero y la ruptura de estos valores morales. Es una pelea entre ‘un padre y un hijo’ en la que, pase lo que pase, no puede haber vencedores.
A la hora de contextualizar esta obra maestra del cine del oeste, podemos decir que se trata de una película clásica del western crepuscular. Los tiempos han cambiado y ya nunca volverán a ser como antes, pero los cuatreros y los forajidos siguen igual, se sienten muy a gusto viendo al margen de la ley, se aferran a una existencia sin reglas, y no son capaces de adaptarse a una vida convencional. Es decir, viven en el pasado, recordando con nostalgia aquellas aventuras en las que los caballos corrían más y el whisky parecía saber mejor.
Este relato está lleno de frases lapidarias, profundas e intensas, de mensajes directos que colman el interés del público, que se siente dentro de un halo de misticismo que hace que la obra le atrape desde sus primeros compases. Sin ir más lejos, se puede destacar la siguiente afirmación: “Estoy cansado de rocas amarillas, cansado de evitar mirar tu fea cara, cansado de ver cómo explotan la tierra, cansado de las mordeduras de las serpientes y de las insolaciones, cansado de esperar a que me maten”. Con estas palabras, Sam Peckinpah resume perfectamente el sentimiento de un género y de una forma de vida agotada.
De este modo, representa la naturaleza del western crepuscular. Todas las casas y establecimientos están destrozados, ruinosos, dejados de la mano de Díos, la gente vaga con el alma en pena, se percibe un clima de decadencia, todos saben que acabarán muriendo tarde o temprano a las manos de un malhechor o un cazarrecompensas.
Pero lo más curioso de esta historia es que, a pesar de que a estos tipos le ha tocado vivir en un mundo tan hostil e impredecible, los personajes están guiados por un código de conducta y lealtad que goza el romanticismo en muchos momentos del film, como sucede, por ejemplo, en el duelo entre Bill Kermit y Billy el niño o cuando Pat Garrett no permite que nadie mutile el cadáver de Billy el niño. Es decir, que en el fondo estos hombres también cumplen unas normas, aunque sean unas normas que ellos mismos han instaurado con el paso de los años.
En cuanto al ámbito espacial, el film se desarrolla en una de las zonas de rodaje preferidas de Sam Peckinpah, en la frontera entre Méjico y Estados Unidos. De hecho, durante este largometraje las referencias a la frontera son constantes. En este sentido, también es de destacar el magnífico empleo de los paisajes y de la música para ambientar el espíritu de la época y la melancolía por los buenos momentos de un pasado glorioso y sin retorno.
En la película, también llama la atención cómo se utiliza en varias ocasiones el recurso de que los personajes jueguen al póker como una vía de escape con la que logran evadirse de la realidad y de todas las preocupaciones por unos minutos, es una especie de paréntesis en el que todos se sienten apaciguados y relajados.
Sobre los personajes, hay que decir que las interpretaciones de James Coburn como Pat Garrett (un tipo duro y curtido que ha decidido cambiar el mal por el bien) y Kris Kristofferson (un pistolero alocado que se guía por sus instintos más rockeros) son sublimes, ya que esta obra consigue que el espectador se sienta identificado con ambos, a pesar de que sus posturas son diametralmente opuestas. No obstante, el papel que realiza Bob Dylan no está a la altura de las intervenciones de sus compañeros y muchas veces resulta simple y prescindible.
El final de la cinta es menos espectacular de lo previsto, ya que después de tanto tiempo de persecución y de idas y venidas, y teniendo en cuenta la habilidad de Pat Garrett y Billy el niño el terreno duelístico, se esperaba un tiroteo más frenético y sangriento. Sin embargo, si analizamos los últimos minutos de la película desde un punto de vista simbólico, se observa una enorme potencia narrativa que se materializa en unas conclusiones bastante demoledoras.
Y es que el personaje de Pat Garrett, con tan sólo un disparo, ha conseguido arrebatarle a Billy el niño todo lo que tenía, pero también se ha convertido a sí mismo en la gran víctima del film: un hombre solitario, repudiado por el pueblo y engañado por las autoridades. Además, es un hombre que debe de arrastrar una enorme losa, la de la vergüenza de ver en lo que se ha convertido. Esta idea se refleja en la escena en la que Pat Garrett, tras matar a Billy el niño, dispara al espejo de la habitación para no ver en él el reflejo de su cobardía
En resumidas cuentas, “Pat Garrett y Billy el niño” es la historia de un país que se hace viejo y de unos personajes que no están acostumbrados a vivir en él tantos años. Es una especie de crónica de una muerte anunciada, la de un género en el que el polvo, las espuelas y la justicia balística están empezando a pasar de moda. Se trata de todo un homenaje al buen cine, al mejor western.

Etiquetas:

EL HUMO QUE CIEGA TUS OJOS

Las Autoridades Sanitarias advierten de que el tabaco en el cine crea adicción...
Antonio Jarabo Velayos

El mundo del tabaco y del celuloide están mucho más relacionados de lo que en un primer momento puede parecer. Cuando un espectador se acerca a una película, pocas veces se percata de la enorme trascendencia que existe en la aparición de un cigarro, un puro o una pipa en la pantalla. Muchos creen que se tratan únicamente de meros complementos para llamar la atención o de accesorios que hacen más potente y creíble una situación.

Nada más lejos de la realidad. Y es que un cigarrillo, un puro o una pipa pueden ser usados en multitud de escenas y de películas con el fin de proyectar en el espectador una serie de significados ocultos. Por este motivo, el tabaco es, sin lugar a dudas, uno de los elementos más potentes a la hora de construir personales cinematográficamente.

El hábito de fumar se representa en la gran pantalla en centenares de obras y su utilización no siempre se hace de forma trivial o decorativa. Es cierto que el hecho de que un personaje fume tiene grandes posibilidades estéticas que embellecen la imagen o la denotan un amplio abanico de sensaciones: misterio, perversión, sociabilidad, elegancia… El tabaco en el cine, desde sus inicios, se ha asociado a una serie de clichés, los cuales fabrican apariencias en los personajes adictos a este vicio.

Es curioso como en los largometrajes casi nunca se enseñan las consecuencias del consumo de esta droga. En cuanto a las razones del consumo, los personajes de ficción fuman para calmar el estrés o para relajarse y pocas veces lo hacen para satisfacer su adicción a la nicotina. Pero la cosa no queda ahí, sino que muchas veces la industria del cine se vale la capacidad de influencia de este arte para promocionar el tabaco entre los espectadores, que se acaban convirtiendo en potenciales clientes.

Esta postura ha sido criticada desde diferentes sectores sanitarios por ser un método encubierto de publicidad del tabaco y por dar mal ejemplo a la sociedad incitándola a fumar una y otra vez. Y es que las estrellas de cine fuman sin sentir sus consecuencias, parecen invencibles y encima suelen ser los protagonistas, los hombres y mujeres de éxito que ponen en pie todo un estadio con su simple presencia. Esto se refleja de una forma irónica en la obra “Gracias por fumar” en la que se acusa a la industria tabacalera de engañar y manipular a la población estadounidense.

Estos estereotipos son de lo más variopintos y ayudan a la construcción de un personaje y a su caracterización. En primer lugar, hay que destacar al tabaco con un gran aliado para conseguir un efecto de seducción y de deseo. Es el caso de las películas basadas en el arquetipo de la ‘femme fatale’ o en la búsqueda de la atracción sexual. Películas como “El último cuplé” o “Instinto Básico” y actrices como Audrey Hepburn, Marilyn Monroe Julia Roberts o Scarlett Johansson son el mejor ejemplo de esta circunstancia. Con estas hermosas mujeres no sólo se logra persuadir al público en sus butacas, sino que también se hace de forma indirecta una apología y una glorificación del tabaco.

Asimismo, el humo del tabaco también es un buen acompañante de aquellos films centrados en detectives, investigaciones criminales y casos sin resolver. Todo inspector que se precie siempre dispondrá de un mechero y una cajetilla de tabaco en su gabardina. En este punto, son inolvidables las caladas de Humprey Bogart en “Casablanca” y en “El halcón maltés” o de Sean Conery emulando al agente 007.

Igualmente, un cigarrillo en la boca puede verse en otras producciones cinematográficas como un instrumento para huir de la realidad, como una vía de escape hacia la soledad, la marginación, la tristeza, la autocompasión o como la única salida al terrible sentimiento de culpabilidad o simplemente como una forma de popularización y sociabilización irreal. Harvey Keitel en “Smoke” y en “Blue in the face” reflexiona ampliamente sobre esta cuestión: una colilla puede llegar a ser el mejor amigo del hombre, su acompañante más fiel y más querido.

Por otra parte, otro sentido que proporciona el recurso del tabaco es el de la dureza y la arrogancia de aquel que fuma un pitillo. Esta figuración define a estos protagonistas como a unos seres rebeldes, insensibles y egoístas. O lo que es lo mismo, se asocia una determinada acción con actitudes de trasgresión o incluso de benevolencia. Actores como James Dean en “Rebelde” o “Gigante”, Clint Eastwood en su trilogía del dólar o como Harry Callahan, se han visto envueltos en esta clase de papeles. Más recientemente Bruce Willis, Kurt Russell o John Travolta también ha vivido esta sensación en primera persona.

Esta idea también se relaciona con el poder y la opulencia que interpretan muchos actores en gran cantidad de films. Es decir, el tabaco, normalmente el puro, se manifiestan como un signo de superioridad, riqueza y soberbia, y casi nunca se le otorga un aspecto reflexivo o cualquier tipo de rasgo emparentado con la sabiduría. En este sentido, los hombres que desempeñan el rol de líderes, tradicionalmente los que son de raza blanca, en la mayoría de las ocasiones los que cuentan con unos 60 años de edad son los personajes con mayor propensión a fumar. En consecuencia, estos personajes logran acaparar sentimientos de lo más contradictorios: admiración, envidia, prepotencia, repulsión, frustración… Destacan Marlon Brando en “El padrino” o Benicio del Toro en “Che: Guerrilla” por citar dos ejemplos bastantes conocidos.

Al respecto, cabe resaltar como el tabaco es consumido en el séptimo arte para elaborar las cenizas de toda maldad o mejor dicho de la lubricación de que aquel que fume es el malo de la película Entre los archienemigos o antagonistas de un film es común descubrir como entre sus manos se posa delicadamente un cigarro. Robert Deniro en “Uno de los nuestros”, Denzel Washington en “Training day” o Robert Walker en “Extraños en un tren” son claras muestras de esta filosofía. Este concepto se comprende rápidamente con las palabras del periodista Javier Vizcaíno: “cuando sientes el alma negra, incluso el sentido estético parece decirte que los pulmones tienen que ir a juego, de luto riguroso, con crespón color nicotina quemada”.

Por otra parte, es frecuente ver como el tabaco se emplea también como una herramienta para los festejos, para reproducir algún tipo de consenso o simplemente para simbolizar la camaradería entre dos personajes. Es la personificación viva de la conocida ‘pipa de la paz’, presente en “Fort Apache” El tabaco también consolida la amistad, la camaradería y la complicidad, recordar los momentos vividos como hacen Ian Mackellen e Ian Holm en “El Señor de los Anillos”.

Por último, no hay que olvidar que el tabaco también se encuentra vinculado en varios largometrajes con el humor y la comedia. Charles Chaplin y Groucho Marx han contribuido ampliamente a este criterio. Gracias a sus ingeniosos diálogos y a sus actuaciones burlescas, siempre con un puro de origen habano como testigo, estos grandes cómicos y maestros de la risa han conseguido dotar al tabaco de una mirada muy peculiar. En conclusión, decir que el tabaco, al igual que el cine, es mucho más que un simple placer, es una fábrica de sueños y también, como hemos visto, una fábrica de personajes.

Etiquetas: ,